Corydon es una especie de tratado de André Gidé, que fue publicado parcialmente en 1911 y 1920 y en forma completa hasta 1924.
Es un diálogo entre un hombre intrigado por el problema del Uranismo (homosexualidad masculina pasiva) y Corydon un intelectual universitario conocido por sus "costumbres".
En medio de este diálogo Corydon contesta como defendiendo o justificando su inclinación.
Lo que realmente hace el autor aquí, es un análisis minucioso del "instinto sexual".
Según él, en una relación sexual, sólo existe un "impulso al placer" que coincide con la necesidad de la reproducción, afirmando con esto que el "Uranismo" no es un fenómeno fuera o contra de la naturaleza, opinando que gran número de desarmonías que el humano sufre son aparentes y resultado de equívocos de interpretación. A lo largo de este análisis nos hace una distinción entre la pederastía, la sodomía y la inversión, dejando claro qué es lo anormal y lo morboso, diferenciando asimismo el placer del amor, apelando al platonismo, "proponiendo" incluso las reglas de moral práctica para las relaciones entre dos sexos.
Siendo una de las obras más famosas de Gidé, resulta ser una apología de su sexualidad, todo el libro es un intento de someter a discusión todo principio, con una sinceridad extrema del autor, una sinceridad que vaya de acuerdo consigo mismo, como cuando Oscar Wilde antes de comparecer ante el tribunal, sus amigos, los no homosexuales, le aconsejaban que responder para ser absuelto, pero él -no obstante sentir angustia por la desdicha que le amenazaba-, respondía a los jueces desde su "normalidad" y no desde la de sus amigos, aunque esa imperiosa lealtad con su instinto lo perdió.
Siendo una de las obras más famosas de Gide, resulta ser una apología de su sexualidad, todo el libro es un intento de someter a discusión todo principio, con una sinceridad extrema del autor, una sinceridad que vaya de acuerdo consigo mismo, como cuando Oscar Wilde antes de comparecer ante el tribunal, sus amigos, los no homosexuales, le aconsejaban que responder para ser absuelto, pero él respondía a los jueces desde su normalidad y no desde la de sus amigos, aunque esa imperiosa lealtad con su instinto lo perdió.