La publicación, en 1791, de este libro supuso un enorme escándalo y suscitó las más virulentas críticas. Sade fue calificado de "autor infame de novelas detestables". Ya en vida de Sade la obra tuvo una gran difusión y Justine se convirtió en una obra maldita que circuló clandestinamente durante todo el siglo XIX. Se reconoce su influencia en las novelas de Flaubert, Dostoievski y en la poesía de Baudelaire; aunque la lista de escritores del siglo XIX en los que se ha querido ver la influencia de Sade, y más concretamente de su novela Justine, es extensa. En este libro, como en la mayoría de las obras de Sade, pueden observarse dos niveles de contenido: por un lado, una serie de escenas de violencia sexual; por otro, los sofismas de aquellos personajes que protagonizan esta violencia, justificándola. Una mayoría de aquellos que han analizado la obra de Sade han querido ver en las argumentaciones de estos personajes el pensamiento del propio Sade, un sistema filosófico y político basado en el materialismo ateo de la Ilustración francesa, opuesto a las ideas de Jean-Jacques Rousseau sobre la bondad innata del ser humano.