Partiendo de un ojo que ve un huevo, el sol, los genitales del toro, Bataille que tenía un inusual talento interdisciplinario, acudiendo a diversas influencias y diversos modos de discurso para crear su trabajo nos introduce en el temor atávico al miedo del placer y nos lo revela, asimismo, como un planteamiento repetitivo del contenido erótico, repulsivo con sus lindes sociales con lo prohibido y el mal. Es una novela abierta a una interrogación que se desata invariable y obsesiva acerca de los excesos sexuales. A decir de Roland Barthes, en esta obra Bataille fuerza la elección de las imágenes en la combinación de las dos cadenas metafóricas empleadas hasta crear una especie de estructura matriz. El resultado es un erotismo metonímico que deshace las contigüidades usuales de los objetos para reemplazarlas por nuevos encuentros, aunque limitados por la persistencia de un único tema en el interior de cada metáfora.
Las obras de Bataille inician justamente con Historia del ojo, publicada en 1928 bajo el seudónimo de Lord Auch, convirtiéndose en el primer libro importante del escritor. Esta novela fue inicialmente leída como pura pornografía; en tanto, la interpretación del trabajo maduró con el tiempo hasta revelar su considerable profundidad emocional y filosófica, características de otros escritores categorizados dentro de la literatura de la transgresión. Las imágenes de esta novela están construidas sobre una serie de metáforas que a su vez hacen referencia a edificaciones filosóficas desarrolladas en su trabajo: el ojo, el huevo, el sol, la tierra, el testículo.
Esta novela es considerada como la obra maestra de la literatura erótica; sus páginas concentran tres de las principales obsesiones de Georges Bataille: el surrealismo, el sexo y la muerte. Todas ellas encerradas y enfrentadas a la fe tan particular de este escritor francés. Así, Simone, la protagonista, transgrede cada una de las normas del comportamiento moral para convertirse en la encarnación del deseo inconsciente y, también, del pecado, del castigo, del placer y la muerte