Es un breve relato escrito en 1937, pero publicado hasta 1941 clandestinamente, posteriormente, en 1956, Bataille agregó el prefacio en que habla de sí mismo en tercera persona y que constituye el resumen sintético de casi todas las cuestiones que le preocuparon a lo largo de su vida. Esta obra narra la posesión, fuera del burdel y en plena calle de Madame Edwarda, una mujer galante, y cómo ella goza con su descarado exhibicionismo, manifestando un deseo sexual exagerado e insaciable. La obra también ha sido considerada como un relato poético que es a la vez un análisis teológico sobre los principios del mal y las tinieblas, es decir sobre la muerte. El autor hace una especie de simulacro de la acción creadora del mal, pero Madame Edwarda, más allá de su juego lúgubre, más allá de la materia que la encarcela, se muestra como encarnación del Espíritu, de Dios mismo.