«La urgencia de hacer visible tanta violencia se metaforiza en el cuerpo y este asume la voz de alguien que pasa de ser niña a esposa, amante a amada, intercambiándose insumisa en un sinfín de perspectivas situadas entre la biografía ficticia y la reivindicación política. Una voz que irrumpe en una tambaleante identidad que quiere ser y estar, pero que debe asumir lo que le toca. La ficción, en estos textos, es discursiva y entra como un trago de ron sin hielo para diluirlo.»
Concha García
«Una píldora de feminismo (que no de litio) para mitigar tanta desolación. Una posibilidad conquistada para transitar, de esa cocina que ya no será más cementerio, a los bares que nunca cierran, a los acantilados que no engullen para siempre, a las camas que no saben ni desean paralizar. Con el mismo dolor que sangra a veces, con parecido extrañamiento respecto al mundo, con ese anhelo de evaporarse como un dulce gas y desertar de las cosas,
pero ya sin derrota.»
Itziar Ziga