En El último día de un condenado a muerte y Claude Gueux Victor Hugo hace un sobrecogedor alegato en contra de la pena de muerte a través de la historia de dos presos que esperan ser ajusticiados. En el primero, el condenado escribe una especie de diario en el que describe la desesperación causada por la incertidumbre, la soledad, la angustia y el terror ante la proximidad del día de la ejecución. En el segundo, es un pobre obrero sin recursos que se ha visto obligado a robar para sobrevivir quien termina siendo condenado a muerte por rebelarse contra la dureza del sistema penitenciario y matar al director de los talleres de la cárcel. La descripción del sufrimiento de ambos personajes apoya la convicción de Victor Hugo de que la pena de muerte no tiene ningún valor positivo: es injusta, inhumana y cruel, y la sociedad que la aplica es tan responsable de un crimen como quien lo comete.