El gran precursor de la Ilustración que acabaría con el Antiguo Régimen tenía veintiún años a la muerte de Luis XI V, el símbolo de ese mismo régimen. El 9 de septiembre de 1715, ocho días después de la muerte del rey, Voltaire fue testigo de las manifestaciones de hostilidad que acompañaron al cortejo fúnebre en el camino de Versalles a Saint-Denis. Allí se enterraba simbólicamente lo que él más despreciaba: el absolutismo, la intolerancia religiosa, la desigualdad en la sociedad.
Sin embargo, Voltaire era consciente de que él sólo había vivido la última parte de ese reinado excepcionalmente largo, y su honradez intelectual no le permitía dejar de ver que allí se enterraba también el Gran Siglo, el glorioso reinado del que él mismo no podía ser sino una de las consecuencias.
De ese impulso por tratar de comprender nació esta obra monumental, empezada a escribir en 1732 y no concluida hasta 1752. Voltaire dedicó más de veinte años en su elaboración. Quien acabaría dando nombre a su propio siglo, el siglo de Voltaire, necesitaba conocer en profundidad de el siglo de donde venía, el siglo de Luis XIV, como el hijo que desea conocer cabalmente la vida de su padre para conocerse mejor a sí mismo.