En lo alto de la noche, amada como el mar ama a la Luna, en la salvaje brutalidad del insomnio, ése que se hace encendidas confesiones y vuelve a enfrentar el deseo a sus abismos, más lejos de la calle más lejana que uno llegara a caminar, más perdido entre cruceros, retornos y avenidas, escondido entre semáforos descompuestos, señales caídas y orientaciones de mala fe, acaso cerca de un tempo o de un supermercado donde llora una adolescente recién embarazada, uno de esos puntos frágiles donde la ciudad se vuelve personal, el poeta aprende a estar en compañía de sí mismo, única cita segura con los demás, alucinado ante la belleza de chicas más frescas y brillantes aun que sus clarísimos vestidos de primavera, de muchachos que están siempre como entre jardines, ellos mismos amplias vacaciones, en las madrugadas de parques que nada tienen de vegetales y sí de urbanismo violento, parques erróneos de rinconcillos de viaductos y periféricos y ejes viales, nadando en la noche eléctrica de la avenida con su aire ennegrecido, poblada de sombras estiradas y angulosas sobre las claras bardas de la Luna. Poemas y elegías reúne el trabajo poético de más de 25 años de José Joaquín Blanco. El implacable cronista, crítico indispensable, dice en versos no menos lúcidos y entrañables los lugares, los momentos y las visiones de su pasión por la ciudad, la belleza y la inteligencia.