Es común decir que se viven nuevos tiempos en México y que hay un ambiente de libertades y aperturas en diferentes áreas. En el caso del periodismo, por ejemplo, existen mayores espacios para hablar de temas antes escabrosos y hay más tolerancia a la crítica y a la comunicación abierta. Sin embargo, la actividad informativa aún está distante para constituirse en un catalizador que contribuya a la toma de conciencia del pueblo, y al progreso social y político de nuestro país. ¿La razón? La prensa ha carecido de libertades, de principios éticos y de reflexión teórica y profesional acerca de sí misma.
En esta obra, el autor revisa algunos aspectos que explican por qué la actividad informativa es como la conocemos en México, y pone especial atención a las formas de control que han menguado el trabajo de los periodistas. El texto resulta interesante no sólo por su actualidad, sino también por ser un llamado para los estudiantes y profesionales de la información comprometidos en que su labor se aparte cada vez más de los tristes estereotipos que la han dominado por años.