Lo que transcurre implica al lector en un viaje íntimo en el que la rememoración poética tiene como motivos recurrentes el entorno familiar, los amores, las ilusiones perdidas y una errancia que comprende tanto la vida citadina como los espacios campestres y la multiforme presencia de las aguas. Aunque la nostalgia, el dolor y la angustia signan, en parte, la persistencia de lo pasado, la poeta no construye en sus versos un tiempo cerrado, sino una espiral. Tiempo que deviene y da fe de vida.