Con Yavé/Dios Padre como estandarte -dice la autora de este libro- , jerarcas autoritarios y abusivos (los hay también humildes y misericordiosos, pero son los menos) de la Iglesia católica (entre otras, pero la católica es la que más afecta a los mexicanos), monopolizan desde hace siglos el derecho a imponernos a los católicos (a las católicas sobre todo) qué debemos hacer y cómo debemos vivir.
Desde hace siglos, las católicas los hemos obedecido cerrando los ojos a sus incongruencias y a sus flaquezas. Temblando de miedo, hacemos genuflexiones y besamos sus manos para recibir su bendición, su visto bueno. Nos aterra su veto, primero, porque son hombres. Luego, por eso del infierno. Así nos sometemos sin chistar. Así violentamos nuestras conciencias...
¿Por qué seguimos los católicos aceptando las irracionales propuestas de los autonombrados representantes de Yavé/Dios Padre? ¿Por qué continuamos las mujeres siendo miembros de una organización que nos trata con desprecio? ¿Por qué no reaccionamos ante esta ridícula y anacrónica esclavitud cuya consecuencia más grave es que no podemos ver el rostro de Dios viviente?
Tales son algunas de las preguntas a las que esta obra intenta dar respuesta.