La autora de estas páginas fue violada regularmente por su padre a lo largo de la infancia y la adolescencia. Bajo la capa de una plácida vida familiar se ocultaba el secreto. Esa relación se prolongaría después en esporádicos encuentros acuciados por el miedo y el deseo; la víctima, ya dueña de su destino, siguió buscando nuevas versiones de la violencia que intentaba dejar atrás. Este texto podría parecer un sobrio relato de hechos desgarradores, pero es algo más. El impacto de su lectura podría parecer un sobrio relato de hechos desgarradores, pero es algo más. El impacto de su lectura podría llevarnos a pensar que la narradora se limita a describir el horror desde una distancia gélida y a plasmarlo sin bálsamos o artificios, pero hay mucho más. Hay mar de fondo porque hay una compleja geografía humana: la de un ser todo que se muestra con paradójica entereza, la de un alma herida que se somete al escrutinio ajeno con una escalofriante desnudez moral.
Anónimo - La autora de Diario de un incesto prefiere no firmar este libro. Su relato no hubiera sido posible sin la coraza que le ofrece el anonimato, el testimonio se habría leído como una exhibición.