Las lesbianas nunca están con nosotros, sino siempre en otro sitio: en la imaginación, en las sombras, en los márgenes, escondidas de la historia, fuera de la mirada, fuera de lo imaginable, representadas siempre como un trágico error En 1999 el asesinato de la joven Rocío Wanninkhof conmocionó a la sociedad española. El prejuicio contra las lesbianas y su invisibilidad social condenaron a Dolores Vázquez por un crimen que no había cometido. Su historia ejemplifica cómo el odio atávico, el miedo y la incomprensión hacia las lesbianas pueden convertir a los aparentemente neutrales medios de comunicación en instrumentos de la construcción de un estereotipo: el de la lesbiana perversa, un blanco fácil para el linchamiento público. A partir de un exhaustivo y apasionante análisis de las noticias relacionadas con el caso Wanninkhof publicadas en El País, ABC y El Mundo entre 1999 y 2006, Beatriz Gimeno ilustra cómo se articula la lesbofobia y los discursos que la enuncian, especialmente el sexismo, así como los problemas que tienen los medios de comunicación, todos ellos, para trasladar a la sociedad la existencia normalizada de una lesbiana real, de una lesbiana difícilmente reducible a objeto erótico y que, además, no vive aislada ni al borde del abismo, sino en el entorno de una familia que a menudo incluye hijos.
Es presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays y Transexuales y Bisexuales (FELGT) y ha ocupado distintos cargos en COGAM (Colectivo de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de Madrid).
Es autora de Primeras caricias: 50 mujeres cuentan su primera experiencia con otra mujer (Editorial La Tempestad, 2002), ¿Seré lesbiana? (Editorial Cyan, 2004) -coescrito con Boti G. Rodrigo- y la novela Su cuerpo era su gozo (Akal, 2005)