Alejo Carpentier fue un testigo de excepción en cuanto a cómo el cine se afianzó como espectáculo en los inicios del siglo XX y, con el tiempo, fue ganando en difusión e importancia hasta ser considerado el arte por excelencia de ese siglo. Por ofrecer un testimonio excepcional de un receptor privilegiado que observó sus posibilidades estéticas, sus potencialidades técnicas o sus derivaciones sociológicas, compilamos estos textos, que el lector de nuestros días disfrutará gratamente.