La mayoría de la gente, con independencia de la fe que profesen, temen a la muerte, les espanta su imagen y les turba su recuerdo con un terror invencible. Sin embargo, quienes conocen la ilusión de la muerte no experimentan tan siniestras emociones y aunque naturalmente sientan la temporánea separación del ser amado, saben que no lo han perdido para siempre, sino que tan sólo pasó a otra fase de la vida y que nada de él se ha aniquilado.