No es seguro que haya dioses. Religiones, en cambio, esas sí que las hay y son de este mundo. Pueden ser examinadas, y de hecho han sido objeto de estudio por parte de distintas ciencias y no solo de la filosofía. En examen no complaciente se presentan aquí las principales aportaciones de ciencia al conocimiento de la religión, de las religiones. El adepto de una religión rara vez la examina o se autoexamina, sólo lo hace, si acaso, al verse contrariado en ella. No suele conocer su propia religión y se asusta solo con pensar que la religiosidad es un hecho humano, al igual que otros, no sobrenatural. Ahora bien, los hechos de religión, sea en el cristianismo o en otras tradiciones, pueden ser no solo descritos, sino también explicados. Cabe escrutar de manera objetiva sus raíces, indagar en los factores históricos, sociales, psicológicos, antropológicos, que los han suscitado. Tal escrutinio conduce con naturalidad a tomar nota de la pérdida de relevancia de lo religioso en el Occidente moderno. El estudio no confesional de la religión, del cristianismo, en el presente libro difiere de la teología -de las teologías, sean judías, coránicas o cristianas- tanto como la química difiere de la alquimia.