Rastros de carmín es un libro apasionante acerca de movimientos culturales y artísticos que en apariencia apenas dejan huella, de corrientes e ideologías que no suelen aparecer en los manuales escolares, pero que de repente brotan como un estallido de violencia, como una negación del presente y del pasado, como la exigencia de un cambio radical y definitivo. El autor traza una provocativa historia alternativa a partir del nacimiento del punk. "¡Yo soy un Anticristo!": ¿de dónde procedía el aullido de Johnny Rotten, el líder de los Sex Pistols? Para Marcus, el punk no fue tanto un fenómeno musical como un movimiento social, una corriente de pensamiento espontáneo y maximalista, que atacó las mismas raíces de la sociedad que le había dado origen. El nihilismo, la falta absoluta de profesionalidad, las burlas más atroces, el feísmo como estética, constituían la perfecta contrapartida de una sociedad basada en la hipocresía, la competitividad y el clasismo más descarado.