Habitamos uno de los períodos más difíciles, complejos y oscuros para toda esta parte de la humanidad que vivimos de nuestro trabajo. Hablamos de desigualdad, injusticia y violencia; las cuales, por cierto, no son nuevas en nuestro mundo, aunque ahora se presenten como desconcertantes por su magnitud y su crueldad. Hablamos también de opacidad, de un mundo donde las relaciones de opresión, dominación y explotación, por muchos motivos, se han vuelto invisibles y difusas; entre otros, porque apelan a nuevas y sofisticadas tecnologías, tanto materiales como simbólicas, sobre las cuales hemos reflexionado y queremos dialogar. También, porque esas nuevas dominaciones, en estos tiempos confusos y turbulentos, son defendidas por aquellos que dicen combatirlas mientras las apuntalan.
Por tal razón un grupo de compañeros y compañeras, de herman@s en la lucha y la confianza nos hemos juntado para conversar. Nos juntamos para eso: para echar luz sobre la oscuridad, para aclararnos de qué se trata este mundo que estamos sufriendo a diario. Creemos que enfocar estos problemas no es la solución, pero sí constituye un primer paso para empezar a recorrer un camino. Cuando se habla de México, descubrimos, Colombia, Guatemala, Honduras, Haití? Cuando decimos Ecuador es Bolivia, Venezuela, Argentina, Brasil, Uruguay? No decimos pueblos, sino indignados, Tahrir, mujeres, Siria, masacres, marcha, creatividad, migrantes y sed de comprender, de saber para qué y por qué la guerra monetaria, el terror, la escasez y los precios inalcanzables de bienes sagrados y bienes comunes. Nos convoca una militancia que rechaza doctrinas y fórmulas. Sentimos una repugnancia compartida hacia autoridades, vengan de donde vengan; y hacia sus fórmulas llenas de soberbia y desdén.
Creemos que es necesario hacerlo de este modo, en colectivo, por dos razones básicas. La primera es que la complejidad es tanta y el enredo tan enredado, que son necesarias muchas manos y muchos ojos para desentrañar los nudos que nos agobian y agotan. No es tarea para individuos sino para colectivos que puedan hacerlo en minga: poniendo las ideas juntas, sin pretender que suenen como una sinfonía, sino como un conjunto de voces que poco a poco encuentran una melodía, un ritmo común.
Además, creemos en la ética de lo colectivo. No estamos en esto para ?ganar? debates o colgarnos medalla sino para esforzarnos por aportar a otros colectivos y, de modo muy particular, a toda la humanidad sencilla y sensible, humilde y hermana, que siente que las cosas no pueden seguir siendo así. Nos gusta poder decir que no sabemos. Que no entendemos y que no tenemos respuestas completas para los problemas. Eso nos tranquiliza. Nos da confianza y nos deja en paz, porque acá nadie viene a competir. Son desahogos para que el tejido de ideas, de ganas y alegrías, de dolor y reflexiones, se vaya haciendo entre todas y todos. Así, poco a poco, nos vamos descubriendo en un lugar común. Del lado de los pueblos, en medio de esta guerra abierta en su contra desde el poder. En contra nuestra. Nos asombra lo que cada cual trae y comenta. Nos gusta estar en desacuerdo sabiendo que nos paramos desde el mismo lugar. Tenemos en común que nos gusta estar en compañía y que admiramos desde el afecto profundo de la amistad, a cada una y cada uno de las y los demás.
Importa lo que decimos, pero también cómo construimos las palabras, los caminos que recorremos, los pasos que vamos dando: los textos han sido redactados por personas que recogieron las opiniones de los demás, no en algún coloquio formal sino en un largo proceso de intercambios que han
hecho que muchas de las ideas que aparecen en estos textos no sean, en rigor, ideas de una u otra persona sino un tejido hilvanado a muchas manos.
Nosotros nos asumimos, también, como paridos y tejidos por la Madre Tierra y nos esforzamos por aprender a vivir bajo su mandato. Por eso, sentimos asco del patriarcado machista inseparable de la modernidad agotada y de la codicia del capital que nos sigue robando procesos, discursos, muertas y muertos, años de lucha, compañeras y compañeros. Creemos en un Mundo-Mujer-Pacha, que no ha llegado a develarse todavía, pero que existe, nos nutre y nos conforta; que ha perdido y sangrado mucho aunque es imprescindible, y que ahora puede quedar aplastado por mafias autoritarias, fascismos renacidos y mentiras de todos los colores.
Estamos luchando y resistiendo. Por tal razón escribimos Palabras para resistir, tejernos y transformar. Para entender esta época que nos ha tocado y para compartir un poquito de lo ya conversado, como un aporte desde adentro y desde abajo
América Latina, septiembre de 2011