Para poder entender la condición social actual de la mujer es necesario llegar al origen de su opresión, y aunque ésta es más antigua, el autor de este estudio centra su análisis en los siglos XVIII y XIX, cuando surge el capitalismo o el período de la industrialización salvaje en que se materializan transformaciones radicales que traen como consecuencia la aparición e institucionalización de una nueva forma de familia. Aborda los problemas de método planteados a la hora de intentar establecer el estatuto social de la mujer y dilucidar el origen histórico de su opresión específica.
Este trabajo es un análisis crítico de la forma en que Marx y Engels trataron el tema de la opresión de la mujer, por ejemplo, en el apartado sobre la opresión de la mujer en las sociedades primitivas el autor rechaza la tesis del matriarcado primitivo de Engels, arguyendo que la opresión de los hombres sobre la mujer en las sociedades primitivas se puede imputar al débil desarrollo de las fuerzas productivas, que transforma la desigualdad ante la reproducción de la especie en un obstáculo insalvable para las mujeres. Todo este análisis nos lleva a concebir que la división del trabajo en la esfera industrial y doméstica, la separación entre vida pública y privada, así como la transformación del quehacer doméstico es un trabajo socialmente inexistente, son los rasgos fundamentales que, en relación a la mujer, pueden observarse en los estados modernos.