Coyoacán fue el refugio-hogar que conocí toda mi vida. Mis sentimientos por el barrio evolucionaron constantemente a través de los años hasta convertirse en amor. Me di cuenta de que tenía el privilegio de crecer en un lugar cálido y auténtico, donde aún se podía tener una experiencia de barrio, dentro de una ciudad caótica y en constante crecimiento. También resulta ser el más, antiguo (hablando en términos europeos) de la América continental. Por mucho tiempo, di por sentado que podía vivir en un barrio de ingresos mixtos, con una rica historia donde coexisten múltiples temporalidades.