Madre araña consigue ser una novela leve, un tul de humor bárbaro y plasticidad profana en el que lo fragmentario, más que embonar en una secuencia lógica, se disuelve en un efecto de rumor colectivo que lo mismo participa del folclor que del pop, la mitología y la seudociencia.
Ambicioso sin caer en lo soberbio, y casual sin condescender a lo desprolijo, Astor Ledezma es un prosista notable.