Si la apelación al horror asume un rasgo notorio en la literatura de H. P. Lovecraft, este rasgo es la instauración de un Parnaso alternativo. Sus relatos no se urden en torno a simples fantasmagorías, sino que construyen en el revés de la trama, en el clímax que reordena el pavor padecido, nuevas deidades. Dagón fue su primer relato fantástico y apareció publicado en la revista Weird Tales en 1917. Allí, el narrador, luego de un periplo nefasto, descubre una estatua y una criatura pesadillescas. La consternación de esta experiencia pronto es vinculada con una antigua leyenda filistea acerca del Dios-Pez. Y el lazo con ese pasado se reviste de peligros y de una inminente locura. El dios descubierto rasguña la puerta con sus garras pegajosas. Quiere hundir al narrador en un fango infinito de horror, abrazándolo con su pátina nauseabunda. Todos los relatos que componen este volumen suponen la existencia de un mandato perverso, creado por dioses alternativos, que contrariamente a los habitantes del Olimpo, no disputan sus preferencias humanas, sino que aborrecen con idéntica fuerza a los individuos que osan hurgar en su secreto.