La familia Spragg, que se ha hecho rica en una pequeña ciudad del medio oeste, lleva dos años viviendo en Nueva York sin conseguir abrirse paso en su intrincada maraña de jerarquías sociales. Son «gente corriente» que «aún no había aprendido a avergonzarse de ello». Su hija Undine, ayudada por su encanto y extraordinaria belleza, logra hacerse un hueco en el gran mundo y despertar su admiración, aunque no tarda en comprender que en él los hombres la ven como «materia de pura carne». Persiguiendo la respetabilidad, se casa con Ralph Marvell, miembro de uno de los más distinguidos clanes de la vieja Nueva York, pero habrá de descubrir que no siempre el buen nombre y el dinero van en el mismo lote. Poco dispuesta a renunciar a ninguna de las dos cosas, el matrimonio se convierte para ella en una carrera, como los negocios o las tierras lo son para los hombres. Un atildado conde francés y un enérgico especulador norteamericano la esperan en el accidentado -a veces trágico- camino de su ascensión.
Las costumbres nacionales (1913), una de las obras maestras de Edith Wharton, es una trepidante y magnífica novela sobre el matrimonio, el status y el dinero, y el papel que le está reservado a una mujer en cada uno de esos ámbitos. Su dilema, expuesto no sólo con ingenio sino con suma inteligencia, es el de si se puede tener una moral para los negocios y otra para la vida privada, y qué ocurre cuando una mujer debe considerar su vida privada como una empresa.
Nació en una familia rica que le proporcionó una sólida educación privada. Combinó su privilegiada posición con un natural ingenio para escribir novelas y relatos, que destacaron por su humor, carácter incisivo y escasez de acción narrativa. Asimismo, trabajó en diversas publicaciones.
En 1885, a la edad de 23 años, Edith se casó con Edward (Teddy) Robbins Wharton, doce años mayor que ella. Se divorciaron en 1913 por las repetidas y públicas infidelidades de su marido, que la afectaron mental y físicamente. Durante algunos años, al final de su tumultuoso e infeliz matrimonio, mantuvo un idilio con William Morton Fullerton (18651952), periodista estadounidense que trabajaba en el diario The Times. Fullerton alternaba su relación con la escritora con un romance con Margaret Brooke, ranee de Sarawak.