Los relatos de este libro, en su conjunto, critican la noción de ciudadanía de la ciencia política convencional en términos de la relación entre los individuos y el Estado desde una perspectiva subnacional (local) así como supranacional (global). En algunos casos, las comunidades que las personas reconocen, las demandas y obligaciones que aceptan pueden definirse restringidas al círculo inmediato de la familia, los parientes, el linaje y los vecinos. En otros, la sensación de estar conectados trasciende las identidades inmediatas y primordiales y se concentra en la experiencia compartida de la opresión o en una solidaridad con quienes viven esa opresión. Ésta es una interpretación social del ciudadano como alguien que pertenece a diferentes tipos de asociaciones colectivas y define su identidad a partir de su participación en actividades asociadas con diferentes tipos de pertenencia. Se sienten ciudadanos dependiendo de los términos en los que participan en esta vida colectiva y de las formas en que pueden ejercer su capacidad de acción. Y cuando solo pueden participar en términos de gran desigualdad, o cuando les es completamente negado el acceso, la ciudadanía se relaciona con sus intentos por desafiar estos procesos excluyentes y efectuar el cambio. Como dejan claro algunas contribuciones a este libro, aunque en el nivel individual es importante la capacidad de actuar, son las luchas colectivas de los grupos excluidos las que históricamente promueven la transformación social.