Si tus padres son un disparate y roban un banco, es bastante probable que tu vida se complique. Y si ellos acaban en la cárcel y tu hermana gemela se larga, también es muy posible que las cosas empeoren. Dell Parsons tiene quince años cuando todo esto explota en su cara y lo obliga a hacerse mayor en un instante. Huyendo de ese delito que no ha cometido, tanto como de los servicios sociales, el adolescente arribará a Canadá para abrirse a una nueva vida, una vida de adulto.
Canadá fue, sin duda, uno de los libros importantes en la librería. No sé cuántas veces lo recomendé, pero sí recuerdo cómo volvían los clientes contando lo mucho que les había gustado, cuántas conversaciones entablamos en torno a la obra y los muchos lectores que quedaron cautivados por Ford a partir de entonces. La habilidad en la utilización de la prosa y el acierto con que se combinan los ritmos de la historia fresco y ágil en el robo, pausado e íntimo en la huida hacen de esta una novela memorable.
Canadá forma parte de los libros de mi vida. Uno de esos que nos recuerdan que leer es un placer.
Richard Ford (1944, Jackson, Mississippi) es Premio Princesa de Asturias de las Letras 2016 y ha publicado seis novelas Un trozo de mi corazón, La última oportunidad, Incendios y la trilogía protagonizada por Frank Bascombe: El periodista deportivo, El Día de la Independencia (premios Pulitzer y PEN/Faulkner) y Acción de Gracias, tres libros de narraciones cortas y largas Rock Springs, De mujeres con hombres y Pecados sin cuento, y el breve libro memorialístico Mi madre, editados todos ellos en Anagrama, que le han confirmado como uno de los mejores escritores norteamericanos de su generación: «El mejor escritor en activo de este país» (Raymond Carver); «Un crítico norteamericano ha dicho que Ford se inscribía en la tradición de Faulkner, Hemingway, Steinbeck... Se está convirtiendo tranquilamente en el mejor escritor norteamericano» (Bernard Géniès, Le Nouvel Observateur); «Richard Ford nos habla de un mundo que nos pertenece, como una canción de Tom Waits o sirva como paradigma iconográfico el film de Wim Wenders Paris-Texas» (J. Ernesto Ayala-Dip, El País).