Si la vida es para Francisco Prieto un campo de batalla, o al menos eso muestra en sus novelas anteriores, Caracoles, La inclinación y Ruedo de incautos, entre otras, y dramas como Salomé o el Amor de Dios y Felonía, ahora este sentimiento alcanza su máxima intensidad en torno a la muerte del padre. El autor explora el campo de batalla que se libra dentro del moribundo y que irrumpe al exterior en el último diálogo con un hijo al mismo tiempo amado y odiado. Las grandes preguntas que se plantean ante la muerte inevitable se debaten en esta novela, acaso, la más intensa de Francisco Prieto.