La escritura de Gonzalo Calcedo esboza, con el ritmo y el estilo del mejor Carver, un variado y magnifico conjunto de narraciones forjadas en la perfecta unidad de un solo volumen. En él, ocultos tras los delgados tabiques de sus viviendas, de sus habitaciones de hotel, los personajes viajan desde sus soledades, sus noltalgias, sus amores o sus anhelos, hacia el encuentro final de sí mismos. Como los vibrantes apuntes pictóricos, cada relato nos descubre un cromático complejo de sentidos y de sentimientos, donde cada pincelada de color dibuja el destino y la circunstacia de un ser humano y compone un bellísimo retrato de vidas cruzadas bajo el amparo de una de las más sólidas prosas de la narrativa breve española.