El lector tiene frente a sí un par de libros que pueden señalarse entre los más notables de la trayectoria narrativa de Unamuno: Abel Sánchez y San Manuel Bueno, mártir. El primero nos ofrece sus mejores frutos en su ejercicio narrativo; el segundo es la atenta reconsideración de la fe y el catolicismo. En todo caso, en ambos, las convicciones que abrigó a lo largo de su vida sobre el arte de la novela alcanzan uno de sus mejores momentos.