Si Fernando Yacamán escribió Todos mis padres, sus lectores podríamos ser una especie de hermanos de leche: damnificados por la naturaleza violenta de un sismo, así como por los amores malsanos en los que jugamos a víctimas y nos convertimos en verdugos de carteras. El protagonista, Luis Habib, parte de una certeza: ser gay desde la infancia, pero se enfrentará a las dudas que vienen con la edad: el padre ausente, una madre que persiste en formar una familia, un diario de ligues que recuerda la dimensión del placer. Yacamán nos entrega una novela con un lenguaje directo, sexual e íntimo de un hijo que huye del dolor tanto como del padre y quizás, como recompensa, encuentre un orgasmo: el inicio de la noche.