El aserto simmeliano de que el hombre es ese «ser fronterizo que no tiene fronteras» es un hecho hoy. La modernidad fomenta la transgresión en libertad. Las utopías ilustradas recogen el testigo de la religión y cuando la sociedad se hace secular y tendría que ser menos religiosa, la religión ha «despertado» de forma plural y junto al ciudadano, al trabajador, comparecen el creyente, el héroe nacional y el mártir-suicida-terrorista. Este trabajo aborda la naturaleza y el alcance de las claves interpretativas que subyacen a estas conductas y que aglutinan las luces y las sombras, lo sublime y lo siniestro, el Bien y el Mal, implícitos en los proyectos culturales de una serie de formas de ser y creer ser moderno.