El interés por la religión y su interacción social se desarrolló intensivamente hacia fines del siglo XIX y principios del siglo XX, recibiendo el aporte de grandes teóricos entre los que es clásico citar a Émile Durkheim, Max Weber y Karl Marx. Entre los sociólogos de la religión más recientes, pueden citarse a Émile Poulat, Peter L. Berger, Michael Plekon, Rodney Stark, Robert Wuthnow, François Houtart, René Rémond, Danièle Hervieu-Léger, James Davison Hunter, Niklas Luhmann y Christian Smith. En América Latina sobresalen Cristian Parker (chileno) Fortunato Mallimaci (argentino) Otto Maduro (venezolano) e Imelda Vega-Centeno (peruana), entre otros.1?
Algunos filósofos y personalidades, siguiendo las huellas de Nietzsche anunciaron a partir del siglo XIX la muerte de Dios y otros, sobre todo luego de la Segunda Guerra Mundial, pronosticaron el declive de las religiones. Sin embargo estas conservan aún hoy en día un rol importante en la vida de los individuos y sociedades. En los Estados Unidos por ejemplo, la frecuentación de lugares de culto se mantuvo estable en los últimos cuarenta años. En África, el cristianismo se difundió aceleradamente: hacia 1900 el continente contaba con unos 10 millones de adeptos; a comienzos del siglo XXI se estiman en 200 millones. Otro fenómeno digno de mencionarse es el desarrollo del Islam y su creciente presencia e influencia en el mundo occidental. En otras palabras, la pronosticada secularización (dependiendo de la definición y alcance que se dé a este término) no habría tenido lugar. Otros sociólogos ponen de relieve que la frecuentación de iglesias y las creencias religiosas personales pueden coexistir con la pérdida de influencia de las autoridades religiosas en cuestiones políticas y sociales