Esta es la razón por la que empecé a escribirte, Diario. En un mundo en el que nos revisan, patologizan, diagnostican; en un mundo en el que nos tachan de abominaciones, de deformaciones, de parafílicos, de enfermos; en un mundo en el que somos echadas de nuestras casas, en el que no existen las oportunidades laborales para la gran mayoría de nosotras más allá de la prostitución, y en el que luego somos perseguidas por ejercerla; en un mundo en el que somos reducidas a un fetiche, a una parafilia, a un objeto de consumo... en un mundo así, decirnos me quiero es pura rebeldía.
Ser capaz de amarme, de besarme y abrazarme, de cuidar de mí misma, es ser capaz de iniciar pequeños actos revolucionarios todos los días. Y quiero registrar en vos (mientras te comparto textos que he producido durante estos años, como para ir contextualizando un poco la cosa) el camino que estoy andando para lograr hacerlo. ¿Te pa?