Olvidar el cuarto propio para
escribir en lengua propia. Los
mundos de abajo se construyen
con palabras que son nuestras y no
de ellos, los de arriba.
Tres mujeres que escriben, narran
aquí su experiencia en ese gesto
político que nos refiere a la lengua
como una herramienta nuestra
recreadora de mundos. Todo acto
lingüístico es un acto político,
conscientes podemos desafiar al
Estado, a los estados que intentan
fijar la cuestión y las violencias de
este mundo. Tomamos en nuestras
manos lenguas otras. Lenguas que
el Estado no ha elegido como
suyas: lenguas pequeñas, locas y
locales, lenguas disidentes,
desviadas de la hegemonía.