La imagen de Hemingway como tipo duro no goza de gran estima en la cultura actual, mucho más suave, pero su prosa resulta tan fresca hoy en día como cuando le convirtió en un revolucionario del estilo a principios del siglo XX. Junto a Fitzgerald y Faulkner parece encarnar algo esencialmente norteamericano: contribuyó a crear una literatura típicamente estadounidense que alcanzó la madurez de golpe.