Si Gran amor fuese un animal sería una leona, una leona herida lamentándose por una pérdida, pero no desde la nostalgia sino desde el desamor. Porque Gran amor es, ante todo, un canto celebrativo al amor escrito con desgarro, que no con escepticismo, y desenamorarse es revivir, recordar con intensidad de ciclón. Pues si el amor lo es todo, si nos subyuga por entero, del mismo modo hay que llorar su cruz: la escisión, la ruptura.
Como dice Cristina Peri Rossi en el prólogo: «Gran amor es un compendio de todas las respuestas posibles, en prosa poética, en verso, en aforismos; el amor como tortura, como embelesamiento, como fascinación, como perseguido y perseguida. Pero tiene la virtud de depositar el amor en un cuerpo, y en un cuerpo femenino. Escrito con la fuerza de la pasión, con su intensidad y con "hybris", o sea, con exceso».