Día a día, las crónicas periodísticas dan cuenta de algún homicidio en público, perpetrado sin planificación. Aunque luego las investigaciones revelan lo contrario, lo cierto es que los móviles suelen ser tan difusos como superficiales, menos personales que producto de un entorno social y un modo de vida deshumanizado. Desde 1927, año en que un granjero de Michigan dinamitó la escuela de su pueblo matando a decenas de niños, las noticias sobre atentados y crímenes grupales contra estudiantes y/o cometidos por ellos mismos son frecuentes, amenazan convertirse en costumbre y generar así la indiferencia colectiva. Dentro de este marco, la "Masacre de Columbine", de 1999, resulta paradigmática, no se puede presumir que haya sido algo aislado, sin casos previos ni posteriores, ni que tal tipo de crímenes afecte solo a un país determinado. México, Inglaterra, Argentina, Alemania, Noruega, Brasil, Kenia, y una lista demasiado extensa de naciones ofrecen cotidianas muestras de ello.
En este, su nuevo libro, Gustavo Lencina pasa revista a muchos de esos casos e indaga en las raíces del problema. El clima de exhibición pública de la hipermodernidad, la reducción de la vida humana a términos de intercambio, la aceptada violencia de los videojuegos y la proliferación de armas son algunos de los factores analizados. Su obra es un toque de alerta y una lúcida llamada a la conciencia ciudadana.