En sus talleres de autoconciencia de combate feminista y en sus clases de filosofía, Alessandra Chiricosta presta especial atención a la noción de fuerza y, en particular, a la de fuerza de combate. Vivió diez años en Vietnam y desde joven practica y enseña artes marciales de origen asiático: kung fu-wushu, jiu jitsu, muay thai, tai chi chuan.
Las artes marciales, el pensamiento filosófico y los feminismos se entrecruzan en su vida y en su obra como prácticas de autoconciencia y de liberación. Así, retoma una tradición que podría remontarse, al menos, hasta el movimiento sufragista de principios de siglo XX, con sus prácticas de jiu jitsu japonés como forma de defensa "sin armas" ante agresores armados o no.
Todo en pos de un conocimiento y un ejercicio de la fuerza propia que permita desafiar el orden patriarcal de forma colectiva y evitar el enfrentamiento directo. La pregunta estratégica, ayer y hoy, es cómo dar el combate bajo criterios que no sean los impuestos por el enemigo.