{El autor, Consejero de la Reina de Inglaterra y distinguido abogado y juez en derechos humanos, manifiesta su profundo respeto por las buenas obras de la feligresía católica y de su Iglesia, pero sostiene que a menos que la institución eclesiástica modifique profundamente su base legal, el Vaticano continuará siendo un poderoso enemigo para el avance de los derechos humanos. Conclusión a la que Robertson llega después de presentar un erudito y riguroso análisis del Derecho Canónico y la normatividad que rige el papado.