El ruso Antón Chéjov es sin duda uno de los grandes maestros del relato. En sus cuentos, donde parece que nunca pasa nada, el efecto depende más del estado de ánimo y del simbolismo que de la trama argumental. Sus historias son un trozo de vida, ni empiezan ni acaban, simplemente transcurren. Chéjov escribió en total doscientos cuarenta y siete cuentos y novelas cortas, pero además fue un magnífico dramaturgo, cuyas obras ocupan un puesto de primer orden en el teatro ruso. Recurriendo a temas de la vida cotidiana, retrata la desesperanza: las vidas inútiles y arrastradas, gente solitaria incapaz de establecer comunicación entre sí, que se resigna a la rutina de una insípida existencia sin sentido, víctimas de la trivialidad y el aburrimiento.