En esta tesitura psicológica se encuentran muchos de los personajes de Camus, y en especial Jean-Baptiste Clamence, el protagonista de La caída (1956), un juez que se define a sí mismo como penitente y que todas las noches se refugia en un bar de Ámsterdam, llamado Mexico-City, para beber y conversar con cualquier parroquiano que se le ponga delante, utilizándolo como receptor de un monólogo catártico, que es al mismo tiempo doloroso y liberador, pues le permite verbalizar su pasado y darle sentido a su futuro.